Un día cualquiera en Huancavelica, más adentro en Lircay, me encuentro por casualidad con el presidente Humala, su comitiva y autoridades locales inaugurando el asfaltado de la carretera Lircay- Secclla.

Evento inusual, porque dicen es la segunda vez que llega un presidente de la república a Lircay. Se moviliza la población y se concentra en la plaza del centro cívico para recibir a la comitiva presidencial. Me quedo un momento cerca del estrado para oír al presidente Humala, aunque confieso sin mucho entusiasmo, pero su discurso me trasladó a un mundo paralelo, de cuerdas separadas, como si estuviese en campaña electoral. No cuenta la grave crisis política y descrédito de su gobierno, ni los ministros disímiles y cuestionados del ejecutivo, ni los congresistas nacionalistas que toman distancia y renuncian sin que logren mantener un mínimo de cohesión partidaria en el congreso debido a leyes muy cuestionables por iniciativa del ejecutivo; y peor aún no cuenta su falta de capacidad y liderazgo político frente al mayor acecho de los partidos del pasado de corrupción y defensores del neoliberalismo a ultranza, que reciclados y aliados hoy se autodenominan de oposición, junto al coro de los medios que les son afines.

El discurso nacionalista quedó vacío y sin contenido desde que el presidente Humala optó por el cambio (o cambiazo) de la gran transformación por la de la hoja de ruta. De ahí que hablar del fin del tiempo del nacionalismo no parece una falacia, sino una lamentable constatación. No es pues gratuito el ambiente político polarizado, institucionalmente incierto que hoy vivimos, donde a río revuelto por la incapacidad política del gobierno del presidente Humala, además de su inaudita conversión ideológica y cerrado alineamiento con el lado más oscuro de la derecha neoliberal, han convertido al nacionalismo en una especie de paria político, sin identidad, sin proyecto, sin brújula de partido ni ideología, supeditado al sistema económico imperante y los poderes fácticos.

Sigo en la plaza de Lircay y veo a la población en parte entusiasta y curiosa oyendo el discurso presidencial, pero hay otra parte también desconfiada que pifia inmediatamente cuando anuncian la presencia de dos congresistas de la región Huancavelica que al parecer no reconocen como sus representantes. Son tiempos inciertos, de poca credibilidad en los poderes del estado y sus instituciones, en medio de un clima creciente de inseguridad, de corrupción a diferentes niveles de la sociedad, de desigualdad social y próximos a las elecciones presidenciales.

Mientras tanto sigue el discurso vehemente del presidente Humala en la plaza de Lircay, como si al margen de las circunstancias estuviese en su mejor momento de gobierno, y me preguntaba si acaso alguien se atreverá a susurrarle al oído que es el fin del tiempo del nacionalismo.